La obesidad o bien el estar con más kilos de lo que “se espera” por encima del peso “medio”, ha generado que muchas personas sufran de este problema sintiéndose agredidas por nuestra cultura. Son rechazadas, etiquetadas, insultadas, discriminadas, etc, desde la infancia sobre todo, continuando hasta la vida adulta. Empieza en la niñez en la relación con los iguales pero también en muchas ocasiones es el adulto el que hace sentir al niño inadecuado. Todo está agresión deriva en problemas psicológicos varios.
¿Cómo va digiriendo estos sentimientos la persona que lo padece?. La tendencia es a generar una baja autoestima, a sentirse angustiados por el ataque gratuito, porque se les hace sentir que no gustan. Esta sensación de angustia va activando mecanismos de defensa, de manera inconsciente. Muchos terminan generando un odio hacia sí mismo/as, en lugar de exteriorizar de una manera adecuada la rabia hacia fuera, la introducen hacia dentro. Aunque parezca paradójico, prefiero ser yo el que me ataque antes que recibir de manera incierta un ataque de otros, donde tengo menos sensación de control.
Cuando llega una persona a consulta, primero hay que valorar en general la relación consigo misma y valorar donde está el foco de su baja autoestima.
¿Qué hacer cuando está focalizado en el sobrepeso?
- Trabajar la aceptación y ajustar de manera correcta su autoimagen.
En muchas ocasiones, hay distorsiones con respecto a la propia autoimagen. Lleva tiempo cambiarlas, ya que se han interiorizado con fuerza. A través de técnicas como la hipnosis o meditaciones guiadas es más fácil reestructurar y cambiar el sentimiento interior.
- Darle sensación de control. Que la persona experimente que tiene control para ejercer cambios. “¿Qué cosas puedes conseguir por ti mismo que te haría sentirte mejor?”
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- Uno de los objetivos frecuentes es el tema de la alimentación. Se le anima a la persona a ponerse en manos de un nutricionista donde le enseñe a comer bien, de manera saludable (en el caso de que sea así).
En ningún caso es aconsejable una dieta. La dieta es contraproducente para el equilibrio psicológico y daña el estímulo que asociamos a la comida. Es decir, la persona percibe la alimentación como estímulo de placer/prohibición. La prohibición genera ansiedad, lo que me lleva con frecuencia al descontrol, culpabilidad por haberlo consumido, etc. Esto genera a largo plazo un desequilibrio emocional y un bucle sin salida.
Es fundamental tener una relación sana con la comida, concebirla como una fuente de salud y bienestar, no solo es un nutriente físico que necesita nuestro cuerpo, sino que supone un alimento emocional, que nos nutre. - Otro tema imprescindible es el deporte. Motivar a la persona a generar este hábito desde un punto de vista saludable, fundamental para ejercitar el cuerpo, regular el equilibrio emocional, y aumentar la autoestima.
- Fomentar todo tipo de cuidados personales, que ayuden a superar el rechazo y la evitación al contacto con el propio cuerpo: cuidarse la piel, el cabello, masajes…etc.
- Uno de los objetivos frecuentes es el tema de la alimentación. Se le anima a la persona a ponerse en manos de un nutricionista donde le enseñe a comer bien, de manera saludable (en el caso de que sea así).